lunes, 26 de agosto de 2013

Algunas opiniones

Querido Walter: (…) sos responsable de que me haya quedado casi una noche sin  dormir. Estoy en la página 117. Ya leí el increíble diálogo de Petris y Patiño sobre el desorden del universo y sobre el vano intento de buscar simetrías y analogías. Te lo digo con franqueza: no creo que algo pueda estar mejor escrito. Desde la ironía de los helados en invierno hasta el sinsentido absoluto. (…) No sé si sabés que doy clases de Lógica. Voy a usar en estos días el fragmento que te mencioné para trabajar los límites de los sistemas lógicos. 
(Cristian Mitelman -1) 

Estimado Walter: y ahora sí... He terminado tu novela.
 ¿Qué puedo agregar? Es lo que en llaman literatura de  frontera. ¿Es policial? Vale, la trama es un policial  estupendo, pero aquí Jubert es un detective involuntario.
 ¿Y Calvo? Otro detective ciego. Petris tal vez sea la más  acabadamente investigadora, pero lo que busca ya está por  fuera de toda frontera.
¿Es Ciencia Ficción? Vale. Va a una microtecnología  de implante corporal, último tópico de la sc: el  cyborg. Es probable que la próxima evolución  fenomenológica de la humanidad sea la del homo cyborg.
¿Acaso estas necesidades informáticas acuciantes, y estos  virus y esta información evanescente que cubre un hiper espacio que no sabemos qué mierda es no constituye una  nueva frontera de la fenomenología?
¿Es realismo? Lo es, porque la geopolítica va a depender del Oriente. Y además, Neoargentina es  excesivamente cotidiana.
 ¿Es una historia de amor? ¿Cómo no enamorarse de  Laura? Laura es el sueño lingüístico de todo escritor: una lengua vacía,  llana, que uno colme de los propios significantes.
Una gran novela que merece múltiples lecturas. Y el  lenguaje fluye suelto, coloquial, como una voz que habla en  los oídos de la mente.
(Cristian Mitelman -2)

Disfruté muchísimo con la lectura de "La invención de lo real": una novela extraordinaria. Al dominio de todas las herramientas del oficio le agregas estilo, una prepotencia de la trama y la forma envidiables. Te felicito y reitero el abrazo.
(Gabriel Bellomo)

Walter, tu novela es excelente. La trama es atrapante, los diálogos son entretenidos, complejos. La historia de amor me encantó. Hay en “La invención de lo real” personajes carismáticos, riesgo argumental que llega a buen puerto, vitalidad narrativa.
(Patricio Chaija)

Walter, acabo de terminar de leer La invención de lo real, y me dejó patas arriba. Me pareció increíble, genial. No sólo es entretenida; además me transportó a un mundo imposible donde todo es lógico y creíble, y terriblemente devastador. Algunas partes me hicieron reír mucho, como la de Roxler y los chinos, pero sin duda lo que más me impresionó fue la exposición de Petris acerca del concepto de paradoja como la lógica de lo esencial. No sé si viste el film Waking Life, pero la misma sensación que tuve al verla, la tuve a medida que avanzaba en tu libro; como si la realidad se fuera cayendo a pedazos alrededor mío, y detrás de ese telón encontrara un absurdo más verdadero que la propia realidad. Y me encantó cómo trataste este tema, en un camino entre Arlt, Phillip Dick y Tato Bores, jajaaj. En fin, toda esta perorata para agradecerte los hermosos momentos que me hiciste pasar con tu invención. Está entre los mejores libros que llevo leídos este año y voy a recomendarlo mucho. Te dejo un saludo grande y un abrazo, maestro.
(Matías Berrondo)

Ritmo, ideas novedosas, se lee y se lee sin parar hasta el final.
(Liliana Heer)

Me gusto muchísimo por muchos motivos que sería muy extenso desarrollar por aquí, me pareció tan "Macedoniana"...
(Olga Pilnik)

‎"Dé por seguro que el mundo de su mente está más cargado de lógica que el mundo real. En cambio, coincidirá conmigo en que la realidad carece de sentido, es arbitraria. Las cosas más terribles o más hermosas no significan nada de nada. No tienen mensaje alguno. Simplemente suceden." Muy buen libro, me gustó mucho.
(Federico Uicich)

viernes, 13 de abril de 2012

Reseña de Marina Arias en la revista Los Asesinos Tímidos /abril de 2012

LA INVENCIÓN DE LO REAL
de Walter Iannelli
Simurg, 2012
por Marina Arias

(también se puede leer en el blog de la revista haciendo clic aquí abajo)
http://asesinostimidos.blogspot.com.ar/2012/04/la-invencion-de-lo-real-de-walter_12.html

Hace tiempo tengo la sospecha de que los epígrafes de los libros no suelen ser otra cosa que un gesto snob, una cita pretenciosa con el único objetivo de alimentar la idea de que en materia de lectura los buenos escritores están un escalón más arriba que sus mundanos lectores. (Y quién de nosotros no sintió una ráfaga de vanidad por sentirse parte de una camarilla exclusiva que conocía alguna frase citada, ¡la mar de las veces en otro idioma, preferentemente en francés, ¡par dieu!…)

No es el caso del epígrafe que Walter Iannelli eligió para encabezar La invención de lo real, su nueva novela. La frase es de Galileo: “Lo real sólo se descubre inventándolo”, y es la primera pista de lo que Iannelli verdaderamente abordó en las 165 páginas del libro.

Dentro de la historia que cuenta andan dando vuelta tres títulos: “La creación de la realidad”, nombre del último libro de Patiño, un repugnante autor de bestsllers que es uno de los protagonistas; “La inversión de los términos”, un intento de hacer justicia literaria por parte de Calvo, el otro protagonista, quien detesta al exitoso literato; y finalmente, “La invención de lo real”, el título que a Patiño se le ocurre al final del libro, cuando Calvo ya… (pero, ¡¿qué me pasa?!... llevada por el entusiasmo analítico casi develo la trama…).

Ése es el giro (tan semiótico como existencial) que propone Iannelli en esta novela: el que se produce al cambiar la idea de “creación” (una palabra que siempre suena solemne, quizá porque no puede despegarse de la idea de lo divino, y que sugiere que la obra en cuestión cuenta con un proyecto que al mismo tiempo que la guía la contiene) por la de “invención” (una tarea muchísimo más lúdica en la que –y quizá, si llevamos el razonamiento al extremo, sólo en la que– el hombre, tiene la posibilidad de ser libre).

El libro de Iannelli echa luz sobre ese giro, y sobre el cambio que se produce en el sentido –tanto del mundo como de la vida– cuando se abandona la esperanza de habitar una realidad comprensible para empezar a pensarse como habitáculo de “lo real”, algo que no responde a ninguna explicación acabada (nota: sospecho que si Iannelli no es psicoanalista debe tener varios años de diván encima…).

La invención de lo real se desliza por los carriles del absurdo y lo desborda. El escenario es una Argentina “post algo” que nunca se explicita pero se siente horroroso. Buenos Aires ha sido convertida en un gueto del que sólo pueden irse algunos pocos autorizados, y lo de “autorizados” es central: porque en esta historia no hay rebeldía, hay una aceptación de lo instituido que más que una resignación política parece la asunción de la fatalidad existencial a la que no podemos sustraernos (“Calvo sintió que a él ahora le pasaba eso. No de la misma forma pero análogamente. Él había estado corriendo delante de las cosas por tanto tiempo, sacándose las hilachas de los zapatos y ahora veía que esas cosas se le subían por las rodillas. Que ya no era posible correr delante o detrás del rebaño para intentar corregir su curso como un pastor desbocado. Ahora estaba dentro del tumulto de patas. Ahora el rebaño estaba dentro de uno y uno era ese rebaño y debía ser consecuente con eso, con las ovejas que supimos conseguir”).

La novela alterna el punto de vista de los dos protagonistas: el de Patiño, un escritor que hizo carrera gracias a los contactos con un grupo que alguna vez puede haber sido un partido político pero ya no es más que una secta tan paranoica como inhumana; y el de Calvo, un hombre asqueado de todo, convencido de que la culpa de la pérdida de su paraíso la tienen los libros de Patiño y dispuesto a todo para detener sus dañinos efectos en el mundo. El texto además cuenta con guiños sobre el canon literario occidental (el escritor es manco, hay dos mujeres que se echan a perder por culpa de la lectura…) y se guarda para el final un pliegue metatextual y paradójico.

Empecé está reseña con una sospecha que tengo hace tiempo, y la termino con otra que me despertó la lectura de La invención de lo real: el absurdo, cuando está impecablemente logrado como es el caso de esta novela de Iannelli, al abandonar cualquier pretensión de simbolismo y de lógica narrativa, provoca sensaciones mucho más epifánicas sobre el (sin) sentido de la existencia que cualquier texto que se proponga captar y compartir eso mismo con los recursos y las reglas del relato realista.

martes, 3 de enero de 2012


                                                  
Fragmento de contratapa
En La invención de lo real, la novela de Walter Iannelli que sigue a Sanpaku (ganadora del Premio Fondo Nacional de las Artes 2001 y el segundo Premio Municipal de Literatura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires a libro editado en el bienio 2002/3), el autor explora el espacio intermedio entre una realidad fenomenológica —construida por aquello percibido por el hombre—, y el concepto de lo real —como lo que existe en forma independiente de la percepción—: una realidad real que parece preexistir a la conciencia pero que puede ser modificada, superpuesta y plegada sobre sí misma como sucede en esta desopilante trama en la que quizá sea “realmente real” sólo lo inventado.